Era el año 1982 y la guerra contra la Gran Bretaña de Margaret Tatcher estaba en sus albores, como estaba en sus albores mi fé en las "cosas" fuera de este plano. Era una época un poco complicada; era una época de "vivir todo" ó morir en el intento, y pues...ahi estuve diciendo "presente!". Liliana fue una noviecita de mis años mozos la cual tenía el galardón de provenir de una familia de espiritistas,mediums y otras yerbas; lo cual hizo aun más interesante (y excitante) mi pasión por todo lo que la rodeaba y por supuesto,por ella, claro...
Para no ser tan fastidioso con mi relato, una noche (porque estas cosas inevitablemente pasan de noche) fui invitado por su madre, quien estaba interesada por mis habilidades y/o ansias de adentrarme (aún) más en el mundillo sobrenatural. Eran sabados de madrugadas intensas de dialogos, enseñanzas y experiencias. Con ella visualicé a mi abuelo muerto en 1958 quien me describió con detalles el año de la muerte de su hija Dora Inés...MI MADRE, y además de presentarme a sus dos hijos ABORTADOS quienes le regalaban objetos que aparecian en su cama misteriosamente "de la nada". Esos "hijos que no fueron" hablaron en mis oidos SIN NINGUN TRANCE NI NINGUNA SUSTANCIA O COSA EXTRAÑA...simplemente increible y de otro mundo.
Pero lo que mas me impresionó (aparte de la aparición de mi abuelo) fué ver en las hornillas de su cocina antigua danzar a pequeños seres de aspecto semi humano por un lapso de mas ó menos 15 segundos,lo que aun llevo en mis retinas y me causa impresion al recordarlo. Cuando le pregunte que era aquello me dijo "SON DEMONIOS DE LA NATURALEZA".
A los pocos días y sin explicación alguna, Liliana salió de mi vida, la busque y ya nadie estaba en la vieja casa de la Calla Parral en el barrio de Caballito en Buenos Aires, y tampoco nadie supo decirme porque tan rapidamente se habian marchado de alli.
Todas esas cosas las llevo en mi alma, en mis recerdos y me fortalecieron en mis creencias de que de manera alguna estamos solos. Gracias por la lectura y bendiciones para todos.

Sobre dos hornillas de la vieja cocina a gas de esa casa de la calle Parral en el barrio de Caballito en Buenos Aires, dentro de las llamas naranjas y azules y junto a doña Juana,la madre de Liliana observé a hombrecillos sin rostro ni ropas ó atuendos, como caricaturas vivas danzando ó saltando lentamente mientras la señora SIN QUEMARSE acercaba su rostro al calor de las llamas y soplaba sutil y suavemente. La visión duró segundos, quizá 10 ó 20 pero JAMAS imagine poder presenciar semejante cosa. La frase "demonios de la naturaleza" fue dicho por ella cuando pregunté que cosa era eso. Solo eso dijo, fumaba y reia la señora pero nó me explicó como entiendo debía, ó quizá no quiso hacerlo.