- Mar, 30 Ago 2022, 22:46
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Argentina
La Ciudad de los Césares, Ciudad encantada de la Patagonia, Ciudad errante, Trapalanda, Trapananda, Lin Lin o Elelín, es una ciudad mítica de América del Sur ubicada en algún valle cordillerano de la Patagonia.
Esta leyenda surgió en el siglo XVI, durante la conquista española, y describía un paradisíaco paraje patagónico donde se asentaba una ciudad fantástica, repleta de metales preciosos. Sus habitantes poseían grandes riquezas, y las tierras regidas por esta ciudad eran excelentes para la explotación agrícola y ganadera.
Algunas versiones la ubicaban en un claro del bosque, otras en una península, y algunas incluso dicen que estaba en el medio de un gran lago y contaba con un puente levadizo como único acceso. Abundaban en ella el oro y la plata, de la cual estaban forradas las paredes. Algunos dicen que al lado de ella hay dos cerros, uno de diamante y el otro de oro. Los historiadores vieron en esta leyenda un intento de la corona española por impulsar la colonización de las tierras del sur de América.
La primera referencia a esta ciudad data de 1528, durante la expedición de Sebastián Gaboto al Río de la Plata. El capitán Francisco César y catorce hombres más partieron a explorar el territorio hacia el oeste, y se especula que llegaron hasta Los Andes o hasta las Sierras de Córdoba.

César y seis de sus soldados volvieron tres meses más tarde relatando que habían visto una tierra muy rica que tenía "ovejas del Perú" (llamas) y gran abundancia de joyas y metales preciosos. Durante el siglo XVI se empezó a conocer al lugar con el nombre de lo de César. Cuando las historias comenzaron a hablar de la existencia de una ciudad Inca, sus habitantes empezaron a ser llamados Césares. Su ubicación era incierta y al no encontrársela, empezó a sugerirse que se hallaba mucho más al sur de la zona en que probablemente estuvo César.
Cierta leyenda relata lo siguiente:
"En tiempos precolombinos, después del primer milenio de la era cristiana, habrían existido varios lugares de la Patagonia habitados por una suerte de orden templaria o proto templaria, constituida por blancos de etnia indoeuropea. Estas ciudades fortificadas habrían sido por lo menos tres.
Un fuerte-puerto sobre el Pacífico y otro sobre el Atlántico, y una tercera ciudad en los ante fuertes de los Andes, en la Patagonia central, son los tres lugares mencionados. El último habría sido la denominada "Ciudad de Los Césares", aunque en los relatos de los indígenas los tres asentamientos muchas veces se confunden.
Si bien estas ciudades habrían sido abastecidas de personal desde Europa, el objetivo y los fundamentos de esta orden habrían sido profundamente cristianos pero no ligados a la jerarquía visible de la Iglesia Católica. A su tiempo, los integrantes de esa congregación decidieron trasladar el Santo Grial a la Argentina para mantenerlo oculto y protegido.
El motivo de esta "mudanza" y el destino posterior de sus habitantes y el tesoro que escondían son objeto de muchas conjeturas y para los investigadores de Delphos, "constituyen unos de los mayores misterios de nuestros tiempos".
La ciudad de los césares

Argentina
La Ciudad de los Césares, Ciudad encantada de la Patagonia, Ciudad errante, Trapalanda, Trapananda, Lin Lin o Elelín, es una ciudad mítica de América del Sur ubicada en algún valle cordillerano de la Patagonia.
Esta leyenda surgió en el siglo XVI, durante la conquista española, y describía un paradisíaco paraje patagónico donde se asentaba una ciudad fantástica, repleta de metales preciosos. Sus habitantes poseían grandes riquezas, y las tierras regidas por esta ciudad eran excelentes para la explotación agrícola y ganadera.
Algunas versiones la ubicaban en un claro del bosque, otras en una península, y algunas incluso dicen que estaba en el medio de un gran lago y contaba con un puente levadizo como único acceso. Abundaban en ella el oro y la plata, de la cual estaban forradas las paredes. Algunos dicen que al lado de ella hay dos cerros, uno de diamante y el otro de oro. Los historiadores vieron en esta leyenda un intento de la corona española por impulsar la colonización de las tierras del sur de América.
La primera referencia a esta ciudad data de 1528, durante la expedición de Sebastián Gaboto al Río de la Plata. El capitán Francisco César y catorce hombres más partieron a explorar el territorio hacia el oeste, y se especula que llegaron hasta Los Andes o hasta las Sierras de Córdoba.

César y seis de sus soldados volvieron tres meses más tarde relatando que habían visto una tierra muy rica que tenía "ovejas del Perú" (llamas) y gran abundancia de joyas y metales preciosos. Durante el siglo XVI se empezó a conocer al lugar con el nombre de lo de César. Cuando las historias comenzaron a hablar de la existencia de una ciudad Inca, sus habitantes empezaron a ser llamados Césares. Su ubicación era incierta y al no encontrársela, empezó a sugerirse que se hallaba mucho más al sur de la zona en que probablemente estuvo César.
Cierta leyenda relata lo siguiente:
"En tiempos precolombinos, después del primer milenio de la era cristiana, habrían existido varios lugares de la Patagonia habitados por una suerte de orden templaria o proto templaria, constituida por blancos de etnia indoeuropea. Estas ciudades fortificadas habrían sido por lo menos tres.
Un fuerte-puerto sobre el Pacífico y otro sobre el Atlántico, y una tercera ciudad en los ante fuertes de los Andes, en la Patagonia central, son los tres lugares mencionados. El último habría sido la denominada "Ciudad de Los Césares", aunque en los relatos de los indígenas los tres asentamientos muchas veces se confunden.
Si bien estas ciudades habrían sido abastecidas de personal desde Europa, el objetivo y los fundamentos de esta orden habrían sido profundamente cristianos pero no ligados a la jerarquía visible de la Iglesia Católica. A su tiempo, los integrantes de esa congregación decidieron trasladar el Santo Grial a la Argentina para mantenerlo oculto y protegido.
El motivo de esta "mudanza" y el destino posterior de sus habitantes y el tesoro que escondían son objeto de muchas conjeturas y para los investigadores de Delphos, "constituyen unos de los mayores misterios de nuestros tiempos".
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A coelo usque ad centrum, scientia ac labore: flectere si nequeo superos, acheronta movebo...