Leyendo mi diario de misión me topé con esta experiencia… en Antofagasta.

Conocimos a la familia Gallardo, desde el primer minuto sentí que algo no estaba bien en la casa, siento que desde lo ocurrido en Copiapó tengo una intuición cuando existe malas energías. Al recibirnos nos vieron y nos invitaron a pasar. Nos hicieron sentar en dos sillones mientras que ellos se acomodaron en el sofá. Mi compañero, que lleva más tiempo en el sector comenzó con la oración. Al cerrar los ojos y escuchar mientras mi compañero oraba escuché unas risas, pero no quise mirar por respeto a mi compañero.

Mi compañero prosiguió leyendo y hablando del tema que habíamos planificado durante la mañana mientras miraba que la expresión facial de la familia no era de personas que disfrutaban de la lección espiritual, mas bien había un atisbo de miedo, miedo de que se descubra algo malo.

Elder Thomas finalmente me miró (de esa forma sabía que era mi turno para hablar) y en vez de seguir la lección les pregunté si ellos tenían algo que decir. Se miraron entre ellos como si estuvieran debatiendo algo que no lograba entender. Para esperar respuesta miré el entorno y noté que había cuadros torcidos, o sea como que la pintura estaba fuera de lugar. Ellos no respondían e intuí que los cuadros estaban ocultando algo así que les pregunté acerca de los cuadros y ellos se asustaron

-No sé de que hablan Elder, los cuadros son así- dijo la esposa.

Pedí permiso para acercarme a esos cuadros, no recibí respuesta alguna salvo unas miradas de terror y de vergüenza. Al voltear un cuadro vi que habían dibujado una tabla ouija. Y al voltear el otro, también, otra tabla ouija. En el salón en donde almorzaban había un cuadro de Cristo y al voltear había otra tabla dibujada. Les pregunté que significaba esta broma de mal gusto y la hija mayor confesó que ella junto a 3 amigas habían jugado a la ouija hace unos meses atrás. La experiencia no fue como lo que ellas esperaban así que usaron el cuadro de Cristo y alegorías a Satanás para, según sus palabras, atraer algo interesante.
-Sólo cuando ustedes están, ellos nos dejan tranquilos. Pero cuando ustedes salen, vuelven con más fuerza y nos asusta ya que nos hieren-, mencionó la hija mayor.

Miré a mi compañero y le dije que íbamos todos a arrodillarnos y a leer un par de salmos y a orar.
-Como mi compañero hizo la primera oración, ahora esta vez lo haré- les dije y acto seguido al arrodillarme, dejé el cuadro profanado de Cristo boca abajo y al piso de la casa derramé una gotita de aceite consagrado (o bendito). Al orar supliqué en mi mente que el espíritu santo guiara mis palabras y consiguiera librar a esta familia de tal pésima decisión.
Al orar logré escuchar dos voces…

-Tu estabas en esa casa-, -esa niña volverá con nosotros-, -el ya cayó- (imagino que eso último lo dijo por el deceso de uno de los que participaron aquella vez).

Hubo voces en latín y en otro idioma que desconozco y siguió así hasta que dije (según palabras de mi compañero) -esta casa ya no será lugar para estos espíritus mudos, y permanecerá así salvo que los ocupantes vuelvan a cometer blasfemia u otra ofensa a Dios.
Al decir Amén, se sintió como si temblara la casa por unos segundos y luego silencio. Al revisar la casa notamos que los dormitorios y la cocina estaban desordenadas.
Pero al menos ahora podrán vivir en paz.
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Pasaron unos diez años cuando recibí una solicitud de amistad en Facebook. Era la hija menor, que en esa experiencia tendría unos 16 años. Me comentó que su hermana mayor dejó la casa poco tiempo después e hizo un ritual para atraer eso nuevamente, pero en su propio domicilio. Hace brujería y me estuvo buscando durante un tiempo para “vengarse” por haberle expulsado sus entes, que lo había hecho con la intención de usar la casa de sus padres como habitáculo para sus objetivos.
La hija ahora busca información acerca de la demonología, entre otras cosas. Sigo en contacto con ella.