"EL SUEÑO DE LA REINA".
Érase una vez una chica alegre que andaba con su perro fiel en el campo para arrancar unas flores y llevarlas a la tumba de su tío "El loco" y las que le sobró, se las regaló al enterrador. Después fue al bosque a pedirle dos deseos al hada: uno era que le regalara leche para su familia y otro,
que sus padres le permitan tener amante; ya que ella siempre ha estado sumisa a ellos y no la dejaban enamorarse. El hada muy tierna, se los concedió y la chica feliz regresó a su casa.

Llevó la leche para hacer queso y comenzó con sus labores; a fregar los platos, lavar la ropa y tenderla y alimentar al ganado. Ella lo hacía siempre feliz y soñando con querer enamorarse del príncipe azul para que fuera rey y la convirtiera en reina por mucho tiempo.

Ella, dichosa se sentía por dentro, pues tenía la convicción de que sería la reina, pero antes debía salir al pueblo y escoger a un hombre que le atrajese y le pareciese el más guapo. Sin embargo, la chica se sintió insegura y con muchas dudas, porque no sabía a quién elegir como su futuro príncipe, de muchos hombres de aspecto extraño; es decir, entre ellos había un pirata valiente y decidido, un ermitaño, un escapista, un cazador de brujas, vampiros y dragones, el hombre de mal agüero, un hombre pájaro, un hechicero, un genio, un caballero y un domador.

Después de mirar a cada uno, terminó impresionada porque nunca había visto unos sujetos tan peculiares y talentosos como ellos; pero más que todo, el genio y el domador. Entonces, la chica quería decidir entre ambos.

Quería conocer a cada uno en persona para probar si tenía un buen corazón o no, entonces fue directo donde el hada y le dijo que vio a los más hábiles y talentosos de todos; pues los dos tenían un arte secreto que los hacía especiales y tener mucho prestigio frente al pueblo.

Pero que no tenían un buen corazón, ya que les iba tan bien en sus trabajos que ganaban demasiado dinero y se lo gastaban en mujeres, droga y licor; por lo que no le convenía ese destino si ella anhelaba realmente ser reina. Entonces, el hada muy amable le indicó que seleccionara al vagabundo, no tenía dinero ni prestigio y tenía muy pocas habilidades; sin embargo, tenía un gran corazón y era el más generoso de todos que daba hasta los pocos centavos que guardaba en su bolsillo.

Luego de escuchar el sabio consejo del Hada, la chica no lo pensó dos veces y se decidió por el vagabundo. Fue al callejón a conocerlo y empezaron a hablar, con el tiempo se hicieron novios y querían casarse porque se amaban de corazón. Pero había un problema: el vagabundo era tan pobre que no tenía para comprarle un anillo a la chica; ella le dijo que se calmara porque tenía la solución.

Entonces fue hablar con el hada madrina nuevamente y ella le dijo que no sólo le concedería el anillo, sino que le otorgaba todo el matrimonio pagado, incluyendo la luna de miel y la mejor parte, la coronación porque había visto en el fondo del vagabundo que no era engreído, presumido, altivo ni prepotente, sino que era humilde, noble, generoso, empático y amable y ese era el hombre que merecía tener la chica para el resto de su vida.

Dicho y hecho así fue, el vagabundo le propuso matrimonio a la chica con un lujoso anillo de oro, se casaron en la Basílica de San Ricardo, días después se fueron de luna de miel y de vuelta, fueron coronados como el nuevo rey y la nueva reina del pueblo por sus propios antecesores, los padres de la chica y vivieron felices para siempre.