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Por ElCucho
#723
Continuo con mi experiencia acerca de mis vivencias en aquella casa de Copiapó. Esta vez la narrativa cambiará mas a primera persona ya que añadiré partes de lo escribí al día siguiente de los sucesos… en aquel diario de vida anoté todos los sucesos que experimenté en el norte, con el tiempo compartiré el resto.
(Nota: lo que esté entre paréntesis son comentarios que hago luego de haber leído todo lo que anoté de ese día, comentarios, etc).

El sábado fue un día extenso, sobre todo por el cansancio acumulado por no dormir ayer, tanto Elder (por respeto mas que nada le cambiaré el apellido a todos los implicados) Ayala como los otros dos estuvieron callados al desayunar, no oramos, no hicimos nada de lo que normalmente hacíamos.

Lo único que teníamos en común era saber quienes eran esos dos sujetos, que relación había de la experiencia de la tarde de ayer, como es que nos encontraron a pesar de que gran parte del camino fue en auto. Así que ordené a mi compañero a prepararnos para ir a las calles de los minerales (nuevamente no daré la dirección exacta, al leer el diario noté que escribí la dirección exacta de la zona en cuestión). A las 14:00 horas, luego de almorzar con los hnos Allen decidimos ir a ese lugar.

Con el sol iluminando a todo dar nos dimos cuenta de que la mayoría de casas estaban en muy mal estado, si bien todas tenían símbolos paganos, unas que otras tenían dibujos adicionales. Vimos barriendo la calle al anciano que nos invitó y al vernos se notó molesto y se dirigió hacia nosotros.
Nos dijo –“que hacen acá? Les dije que no volvieran”- a lo cual le respondí “dos sujetos nos siguieron hasta la casa y sufrimos experiencias extrañas”. El anciano enmudeció y nos llevó a su casa.

Esa casa, el interior aún con ese sol era difícil saber donde estaban las cosas, era todo muy oscuro y era una oscuridad densa como si pudiera palparlo con mis manos. El anciano nos invitó a una sala la cual tenía objetos hechos de plumas, maderas, pelo y extrañas figuras (que ahora sé que eran cosas que servían para hacer brujerías, protección y control de personas) todas puestas en las paredes. También había cráneos de animales, y de dos personas.

El anciano nos señaló una fotografía de una casa y nos preguntó -esa casa, la conocen?-, yo la miré ya que Elder Ayala lo veía como si fuera una estatua y no se movía, y noté con asombro que era la casa en donde dormimos.

Le dije que esa casa, es donde hospedamos a lo que el anciano dijo – esa casa es peligrosa -, no deberían estar ahí. Ustedes por naturaleza caminan por todos lados así que sabía que esto volvería a pasar… - ¿volvería a pasar?- pregunté, -¿Qué sucedió antes?- proseguí. El anciano tan solo dijo – algo que no debió pasar-. Se levantó y de la pared sacó una estatuilla y me la pasó.

-“Ten”- me dijo, - ponla en una zona en donde no descansan -, seguirá pasando cosas, porque esos sujetos ya los encontraron, pero al menos podrán dormir- Y luego de eso nos echó con la advertencia de no volver más.

(Y si pasaron cosas, como gente suspirando, hablando, golpeando, se escuchaban como si rompían platos. Pero esa habitación solo tenía esa cosa de madera).

Esa noche del sábado puse la estatuilla en una pared de una habitación vacía, alejada de donde dormíamos. Esa noche pudimos dormir.
(Pasó varias semanas sin problemas, mas allá de comentarios al ver la estatuilla como si se deteriorara no hubo mayor injerencia… hasta un 20 de enero del 2011)

Viernes 21.
El día de ayer, creo que es junto con el tema de la posesión (en otro post les contaré sobre esa experiencia) ha sido lo más terrible que he vivido, la verdad no quiero vivir más en esta casa.
Despertamos como siempre, luego de leer y orar, mientras mi compañero se alistaba, fui al baño y al volver noté que la estatuilla de esa habitación esta partida por la mitad. Avisé a todos y vimos que en verdad estaba rota, pero no sabíamos como.

Sentí que había que volver pero en ese rato la otra pareja de Elderes nos gritó; -“vengan acá”, -“rápido”-. Llegamos a la sala de estar y notamos que lo que pensamos que era una pared pintada de blanco era en verdad papel tapiz de color blanco, lo supimos al ver que había una parte desprendida y la verdadera pared tenía unas letras marcadas. Nos ganó la curiosidad y despapelamos todo. Fue un horror saber que eran frases y dibujos idénticos a los vistos en el sector de los minerales. Elder Ayala se atrevió a recitar un par de ellas y notamos cómo tembló la casa y estallaron las ampolletas tal como esa noche. Cuando estalló la última, mi compañero cayó como si se hubiera desmayado.

No lo pudimos despertar. Era todo parecido a esa posesión, nos asustamos. Decidimos que había que cuidar al desmayado e ir a ese sector otra vez. Por lo que me alisté, derramé aceite consagrado en mi cabeza y fui (debo aclarar que está prohibido ir solo, si ven a un misionero solo deben decirle que eso está mal). Ahora que pienso, fue una arriesgada decisión ir solo, espero no volver a hacerlo.

Llegué y fui con valentía a la casa del anciano, este al verme se mostró en verdad sorprendido y me preguntó -nunca vi a uno de ustedes solo, ¿porqué?, ¿Dónde esta tu compañero?-. –“Cayó desmayado, sacamos el papel que cubría las paredes y notamos que habían frases y dibujos”-

El anciano respondió -ya no tiene sentido ocultar más-, tras lo cual me invitó a otra casa, que estaba abandonada. El anciano me señaló con la mano que mirara las paredes y vi que estaban llenas de frases. El comenzó a decir una historia, no recuerdo todo…

“Esta ciudad siempre ha sido conocida como la tierra de los brujos, no como los del sur. Acá ha habido casos de hombres que buscaban víctimas para obtener sangre, hacer pactos… usaban casas para hacer rituales, y a través de pactos los convertían en habitáculos para demonios. Esa casa, en donde duermen es una de esas casas. Hace mucho tiempo, una pareja de misioneros llegaron acá y una mujer bruja se hizo pasar por alguien interesada y los invitó a su casa. Se que ustedes tienen prohibido el sex* antes del matrimonio, pero esos dos salieron diferentes de esa casa.

Con el pasar de los días llevaron a la mujer a su pensión y por lo que supe por palabras de ella, realizaron actos sex**les e hicieron pactos en esas paredes. Aquellos fueron sorprendidos y se los llevaron, y esa casa quedó sin gente.

Pasó un tiempo y noté que llegó un par de misioneros diferentes, uno era un anciano y el otro un joven. Llegaron a la casa de la mujer y esta al verlos se encerró en la casa. Y vi que el anciano hizo una pose (que luego supe que era) y se fue. Al minuto la casa tembló y la mujer gritó, pero no salió. Nunca más salió.

Me fui, volví a casa y le di una oración de fe a mi compañero. No sabía lo que hacía, pero algo me guiaba. Elder Ayala despertó, pero nada dijo. Entre los cuatro oramos y la casa se sacudió. Se oscureció, una fuerza invisible nos hacía caer, uno (otro de los compañeros) siguió orando y entre los tres manteníamos su brazo en alto, la fuerza de los tres era débil frente a lo que hacía bajarle el brazo pero no perdimos la fe.
Luego de horas, finalmente escuchamos el grito de una mujer y la casa volvió a estar en silencio.
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Martes 25

El día de ayer fue el último en Copiapó. Ahora estoy en Antofagasta. Aún así fue raro el día. La casa ya no dio mas problemas. Pero antes de irme, noté que esos dos hombres poco a poco se les desapareció esa nube. Eran dos jóvenes de pelo rubio, sonrieron y se fueron.
En el terminal de buses, estaban mi compañero, el nuevo (cuando un Elder tiene que entrenar a uno recién llegado, se le conoce como un ’nuevo’), y el obispo.

Al obispo le comenté a grandes rasgos la experiencia de la casa y me comentó; -“Elder Jon y Elder Carr, el testimonio de que la curiosidad es peligrosa… fueron buenos hombres pervertidos por una mala mujer, una bruja. Siempre supe que esa casa de huéspedes estaba cargada pero no me hacían caso. Pasaban parejas de misioneros y se iban al mes. La casa es peligrosa… quizás ya no.

Esos hombres rubios, -mientras me pasaba una foto - ¿eran ellos? Al ver la foto, le dije que sí. Eran los mismos. -Ellos eran los que viste-. –“Imposible, esto es surreal”- respondí.

Mi compañera Ayala, antes de que subiera al bus me dijo, “gracias por salvarme”, espero que luego de este tiempo de misión, hablemos”.

Luego de años sin saber de la existencia de este compañero, supe que Ayala desapareció. Un familiar me comentó que quedó muy tocado por algo que vivió en una zona llamada Copiapó.

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Disculpen el largo texto, aunque el escrito original fueron 12 páginas, antes tenía la costumbre de estar escribir acerca hasta de la dirección del viento xD
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